Debo salir de aquí. Debo salir de aquí. Debo salir de aquí.
Debo salir de aquí o haré lo que nadie espera.
Esto me decía la mente, porque el tiempo se terminaba, y podía sentirlo en el aire, en mi aroma, en mi alrededor. El pájaro azul vendría por mi, y me llevaría muy lejos, donde estaría cómodo, sin preocupaciones.
Cuando no hay nada en que pensar o piensas demasiado, aparece ese extraño pensamiento de auto – aniquilarse. Hasta veces llegas a ponerte en gallina. Podrían llamarme valiente o cobarde si hubiese cometido el hecho.
Mi vida es ese momento era mucho mejor que la de otras personas, las cosas básicas no me faltaban, pero sentía fumarme un porro solo y dejar que el humo me lleve. Quería morir solo.
Me la pase años pensando en volarme la cabeza, mi masa encefálica grabada por siempre en el respaldo de mi cama; pero nunca pensé de donde sacar un arma ó tomarme muchas pastillas con un buen Merlot, opción mas cercana para poder perpetuar el gran acto, hasta la música, con la cual me despediría del mundo.
Me preguntaba he imaginaba como seria todo después de hacerlo, mis amigos, mis viejos, mis hermanos, los perros, la casa.. que diría y que haría cada uno.
Hasta que llego el día en que deje de pensarlo. Alguien se esfumo. Un gran cambio en la historia del tiempo.
Años después volví a proponérmelo, pero había un fin: .¿ Porque existir donde no quieres existir?. Si no lograba escapar del Estanque, el gran final llegaría el día de mi cumpleaños.
Recuerdo la gran infinidad de estrellas y el ruido de las hamacas, mientas me encendía un porro, o el silencio de la noche mientra aspiraba una línea de coca. y pensar en eso, todo el tiempo, y en la nada, la nada que nunca se iba. La nada cotidiana.

Palabra por palabra yo escribo la noche. (A.P.)